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que los revolucionarios se han apoderado de
toda
la
infanteria que
llevaba
Castro y hasta de 4 piezas de artilleria y gran can tidad de mumc1ones
y
per–
trechos de guerra que el general Castro habia dejado á su retaguardia en Mi–
nas. El combate tuvo lugar en •Espuelitas».
• No seria extraño que Vd. pusiera en duda esta relacion, creyéndola apa–
sionada, pero es debida puramente á informes imparciales y fidedignos.
• Sorprende, en verdad, que este gobierno no pueda contar un solo triunfo,
en e6ta campaña. P ero
la exp!icacion de eso debe buscarla Vd. en las causas
que le he señalado.
»
Voy á ·trasmitir á Vd. un documento notable en los anales de
la guerra
civil; ese documento es una prueba de que los partidos se han morijcrado al
influjo de la civilizacion y del progreso,
tendiendo á cerrar para siempre la
época aciaga de las venganzas que manchan mas de una página en la historia
de la tempestuosa vida política de estas Repúblicas.
• Me refiero á una carta dirigida desde Toledo
(la que publicainos en nues –
tro tercer capítulo)
al Presidente Batlle por el general Aparicio. En aquella
villa circulaba una cópia del original que se me ha remitido, y como no se ha
dado publicidad á esa carta, deseo que sea publicada en
La R eptiblica,
para
honor del jefe humanitario que la suscribe, y ejemplo de los gobiernos que
se esponen á recibir esa clase de lecciones.
e Paso del Rey en Cebollatí, Mayo 30 de 1870.
»
Se1ior D. J osé C. Bustamante
»
Estimado señor: P ara que Vd. se pueda hacer una idea exacta del empe–
ño con que perseguimos al enemigo,
trataré de
imponerlo de las marchas y
nunbos que llevamos.
• Ei 25 del corriente salimos de la costa del Cordobe¡; (paso de SanJuan)
y viniendo por las alturas de la estancia de J ackson (Santa Clara), buscando la
sierra, presumiendo y calculando el general Castro que el enemigo vendria á ese
rumbü, para ganarse el departamento de Cerro-Largo, pues el general tenia la
con viccion que los blancos no hacian otra cosa al dirijirse hácia la capital que
un movimiento estratégico, teniendo por objeto el que los persiguiéramos á
trote y galope para desflorar nuestras caballadas.
• Seguimos el
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y
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para la costa de Santa Lucia y acampamos en el pa–
so de la Calera como tres h oras, adquiriendo noticias de que el enemigo se
hallaba por P ando; seguimos á trote largo h ácia ese punto acampando algunas
horas para refrescar las caballadas
á
dos leguas de esta villa,
pero sin llegar,
pues lo que debiamos ev itar, era
la
salida para afuera del enemigo, que al sen–
tirno
se hubiera burlado de nuestra persecucion. Contramarchamos al efecto y
llegamos al Sauce, de donde salimos antes de aclarar á Solis, donde nos al –
canzó el chasque que V d. mandó al general ofreciendo su cooperacion, con la
columna á sus órdenes.
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Pero teniendo datos po itivos que el enemigo iba ganando la sierra, fuimos
buscando las puntas de
anta Lucia que nos ponia á vanguardia y única salida