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• Ignoramos las

fcchttrias

que hayan hecho los invasores en aquellos pueblos,

así como en el Sauce, que visitaron.

>

En Pando, se dice, establecieron una contribucion de

2000

pesns en efec–

tivo, ropa y demás.

>

De esto se deduce que la aproximacion de los aparecidos ha

tenido por

objeto ·aviarse de cacharpas para seguir con mas holgura sus t'Orrerías.

>

Pronto sabremos inter tanto las diabluras que hayan efectuado en los pue–

blos en que han penetrado.

>

Del pueblo de Toledo emprendió la marcha el General Apa–

ricio para Solis Grande, donde se encontró con el ejército del

General Castro que le venia siguiendo la pista, quien, en el

acto, desprendió á la vanguandia al mando del Coronel Caraba–

jal para que lo persiguiera.

Los revolucionarios tomaron á trote y galope en direccion

á cEspuelitas> y el coronel Carabajal con una division de 700 á

800 hombres siguió detrás de ellos en las mismas condiciones.

Pero al llegar á este punto, -procediendo mas ó menos como en

el Rincon de Ramirez, mandó Aparicio dar media vuelta á su

gente y cargó

al

enemigo al toque de degüello.

El entrevero de las caballerías fué horrible; pues el Coronel

Carabajal era un valiente, y sus fuerzas de primer órden; por

tanto no se acobardó y cargó denodadamente contra sus contra–

rios. Personalmente, hombre á hombre, cruzaban los jefes sus

aceros. Hubo actos de valor y de arrojo por ambas partes. Pero

al fin, ya fuera por la suerte que acompañaba á los revolucio–

narios ó porque sus caballerías se habían hecho invencibles á

fuerza de triunfar, el caso es que fué completamente derrotada

la gente del gobierno; trocándose los papeles, pues ahora fue–

ron ellos los perseguidos en vez de ser los perseguidores.

Al coronel Manduca Carabajal, segun referencias de

El

Oriental,

diario situacionista de aquella época, le bolearon dos

veces el caballo y salió herido en una muñeca; dos hijos de él

tambien fueron heridos así como el comandante Correa, el ca–

pitan Lopez y otra infinidad de oficiales. Además tuvieron un

jefe y varios oficiales muertos y un número regular de soldados.

Por parte de los revolucionarios perdieron al valiente coronel

Perez, jefe de la division de Cerro-Largo, y varios oficia–

les y soldados, produciéndose igual número de heridos.

La persecucion de la gente del gobierno duró hasta que cho–

caron con el ejército del general Castro, que venia como á tres

lt>guas de distancia, á el cual tambien los revolucionarios letra-