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El mismo dia 25 la vanguardia del General Castro, al mando

del Coronel Máximo P erez, compuesta de mas de mil hombres,

entre ellos un batallon de infanteria de línea comandado por el

Coronel Olave, tiroteaba á los revolucionarios en la picada de

Borchez, en el arroyo Tacuarí, persiguiéndolos hácia el Rincon

de Ramirez para donde tomó el General Aparicio.

Esta p ers ecucion no cesó un momento hasta el dia 27 en que,

á las 5 de la tarde y encontrándose ya en el mencionado Rincon,

decidieror: los r evoluciona.rios, fastidiados de ser perseguidos

con tanto encarnizamiento, batirse con sus perseguidores.

Formáronse en marcha, escalonando la gente por escuadrones,

y cuando menos lo pensaba el enemigo, que creia firmemente

que llevaba á sus perseguidos en derrota, cargáronle de firme,

rápida é impetuosamente.

El Coronel Perez, sorprendido por este ataque inesperado, no

se turbó sin embargo: organizó su gente como pudo, mandando

echar pié á tierra á los infantes y formar cuadro y disponiendo

que las caballerías recibieran la carga formadas en escalones,

en dos grupos, á los costados del cuadro.

Recibidos los r evolucionarios bajo un fuego nutrido de fusi–

leria, chocaron con las caballerias enemigas, entr everándose

inmediatamente con ellas y derrotándolas completamente.

En seguida trajéronle la carga á los infantes, siendo rechaza–

dos; pero al traerl es un nuevo ataque se retiró el batallan, mar·

chanclo en cuadro y haciendo fuego constantemente ; continuando

así hostilizado siempre, hasta que llegó la noche y escaparon

aprovechándose de la oscuridad y de las sinuosidades del ter–

reno.

En este combate que duró mas de dos horas, la gente del go·

bierno tuvo treinta y tantos muertos é igual número de herí.

dos; y los revolucionarios tuvieron tambien algunos muertos

y heridos, entre ellos dos ó tres oficiales.

A consecuencia de este suceso, el Coronel Máximo Perez emi·

gró en el mes de Junio para la República Argentina, diciendo

á

todos los que lo querían oír: <que los revolucionarios no

parecian hombres sinó fieras, y que el dia que tuviera la revolu–

cion unos dos mil hombres, nadie podria con ella.

>

El gobierno

al principio quiso ocultar esta desercion, pero no lo pudo conse–

guir por mucho tiempo, pues el mismo Coronel Perez, por dis–

culpar su conducta, lanzó el 4 de Junio un manifiesto al pais

acusando de ineptitud al iObierno de :Batlle

y

de seguir una