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drugada despues de largas marchas durante la noche. En una

palabra, hacían la guerra de recursos para lo que tan hábiles

han sido nuestros caudillos.

El dia 24 se aproximaron otra vez al pueblo de Melo, pero

en esta ocasion dispuestos á tomarlo para poder limpiar de

enemigos este departamento, que tan necesario les era como

punto estratégico.

A la madrugada y bajo una densa cerrazon, vadearon los re–

volucionarios el arroyo Conventos por el paso real con unos

cuatrocientos hombres, encontrándose aqui con una fuerza de

caballeria de ciento y tantos soldados al mando del capitan Ra–

mirez. Verla y cargarla fué obra de un momento, derrotándo–

los completamente despues de pelear breves instantes y ha–

cerle algunos muertos.

Replegada esta pepueña fuerza á la de los mayores Mier

y

Rivera que, mas próximos al pueblo, estaban de reserva con

sus escuadrones compuestos de doscientos hombres mas ó

menos y un piquete de infantes de línea de

40

ó

50

plazas al

mando del Capitan Quiroga, continuaron el ataque los revo–

lucionarios dispersando todas las caballerias contrarias despues

de una pequeña refriega, siguiendo la pelea con los infantes

que echaron pié á tierra y se guarecieron en un zanjeado con

cerco de pitas, desde cuyo punto y marchando siempre por

el zanjead0, batíanse desesperadamente, hasta que se posesio–

naron de una casa que babia por aquellas inmediaciones. En

el trayecto fué muerto el Capitan Quiroga y varios soldados,

quedando el piquete al cargo del Teniente Cándido Robido,

que se defendió hasta que pudo adentro de la casa, rindiéndose

honrosamente cuando se le acabaron las municiones. Robido

fué puesto en libertad ese mismo dia.

El Comandante Castro, jefe de la guarnicion, que tuvo cono–

cimiento por los dispersos de lo que pasaba, salió á las afueras

del pueblo con una fuerte columna de caballeria y con los

infantes que, al mando de los Comandantes Carrion y Vazquez,

estaban acantonados en el centro de la poblacion: pero antes

de poder protejer

á

sus amigos se encontró con las fuerzas

del General Aparicio que, en órden de ataque, se venian sobre

la plaza.

Trabóse el combate en seguida, peleando bien por ambas

partes, hasta que derrotadas las caballerias gubernistas por las

repetidas cargas que le traían denodadamente los revolu-