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Compañeros!~

La causa á que estamos afiliados, es la causa de la

li

bertad, que no tiene límites ni fronteras. Un

c~ecido

número de patriotas ita–

lianos, com!Jrendiéndolo así, han querido asociarse

á nosotros: la patria

solo

se concibe con la libertad

y

la justicia. Confiemos pues, en que el sacrificio

y

la gloria sellarán esa fraternidad de hombres libres congregados bajo la inspi–

racion salvadora de la democracia universal.

•Orientales!

-

Vamos

á

derrocar un gobierno afren toso, no á nombre de

tradiciones sangrientas, sinó á nombre de la redencion de la Patria. Al ocupar

nuestro puesto en la lucha, séamos dignos de tan gran causa,

y

no olvidemos

que nuestro único lema, nuestra única divisa, se encierra en esta esclamacion

del programa revolucionario:

Patria

y

L ibertad.

Juan P . Salv aíiach

».

A mediados del mes de Agosto, desembarcó el coronel don

José Visillac con un grupo de amigos en la Concepcion del

Uruguay. Creyendo estar mas seguro campó próximo al pueblo

sin querer penetrar á él en el paraje llamado Arroyo de la Chi–

na, hasta que le fues e posible invadir. P ero fueron tan desgra–

ciados, que huyendo de la gente del gobierno Nacional, que tan

hostil era á los revolucionarios, se les echa ·encima á los dos ó

tres dias una partida de la gente de Lopez Jordan tomándolos

precisamente por las fu erzas de que ellos tanto huian. Los

toman presos y sin mas ni menos, los atan codo con codo y dis–

ponen llevarlos como prisioneros para el campamento, no fal–

tando quien· propusiera que era mas espeditivo

degollarlos

alli

mismo; pero felizmente se presenta en esos momentos el señor

Lamorvonais, de la Concepcion del Uruguay, é interviene por

ellos garantiéndoles y demostrándoles á los jordanistas el error

en que se encontraban.

Puestos en libertad bajo la responsabilidad de dicho Sr. La–

morvonais no esperan ni un minuto mas, temiendo que derepente

pudiera suceder cualquier otra equivocacion, y vadean en se–

guida el Uruguay, de dia y en el primer bote que encuentran,

desembarcando en el histórico Arenal Grande y teniendo la g ran

su~rte

de conseguir caballos en el establecimiento inmediato

é incorporarse ese mismo dia al comandante Solari.

Los hermanos Héctor y Cárlos Soto, con el capitan Ceferi–

no Novas y Benjamin Lopez, se embarcan en Buenos Aires en

el vapor «Saturno», tambien en el mes de Agosto, y bajan igual–

mente en la Concepcion del Uruguay. Estos caballeros iban en

busca del General Medina; pasan por lo tanto de este punto á

Gualeguaychú y de aqui al arroyo Ñancay; pero aquel ya habia