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hagaba sus instintos de patriotismo y

libertad y se hallaba en

consonancia con sus deseos de sustraerse á la dominacion agena

á

que habían estado hasta entonces sometidos.

Es fuera de duda que se carecían de nociones precisas, para

que las masas campesinas pudiesen apreciar en su valor las re–

formas institucionales y administrativas que operaria en caso

de triunfar la revolucion que había estallado, pero no es menos

cierto tampoco que ella encontró favorable y ardorosa acogida

en la colectividad que poblaba la provincia oriental.

Los sentimientos de sus habitantes quedaron demostrados

con elocuencia en la actitud unánime que asumieron, apenas

algunos hombres influyentes alzaron el pendon revolucionario

contra la dominacion española.

Los moradores de campaña concurrieron como si hubiesen

sido un solo hombre á formar en las filas de la reaccion que se

iniciaba. Presintieron que habia sonado la hora suprema, la

hora de la lucha y de los sacrificios heróicos y solo quedaron

bajo el pajizo techo de los ranchos las familias con los niños y

viejos que no podian tomar las armas. Todos abandonaron las

faenas pastoriles para empezar la azarosa vida de campamento,

siguiendo sin desmayar la enseña tricolor que simbolizaba para

ellos la patria y la libertad, porque iban á combatir durante mu–

chos años en desigual pero intrépida contienda.

Así el calumniado caudillo. el viejo campeon de nuestras épi–

cas luchas, !'!ncarnando las pasiones y los anhelos populares,

atrajo bien pronto á su alrededor á todos los hijos de nuestros

campos que se cubrieron de gloria en cien batallas, sacudieron

triunfantes el dominio español, r esistieron con brio las cóleras

del patriciado porteño y r egaron con sangre generosa el suelo

natal hasta caer abrumados bajo la conquista portuguesa, ani–

quilados al fin, despues de titánicos y prolongados esfuerzos

para conservar y trasmitirnos lo que constituía el rico patrimo–

nio de los orientales, . que se negaba á vender Artigas al bajo

precio de la necesidad.

Son muy conocidos los hechos históricos de aquella época

legendaria para que nos detengamos á repetirlos, pero sí de–

bemos hacer resaltar la participacion principal que en ellos

tomaron los gauchos de entonces, que desprovistos de armas y

municiones, casi desnudos, peleando contra fuerzas superiores

en número y organizacion, siguieron en la buena y en la mala

fortuna, resueltos á los mayores sacrificios, constantes y resig-