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· LORD MACAULAY.
lares no le hacían incurrir en extremos de fanatico
moiestando
y
enojando
á
los demás.
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hacía como
los puritanos, que se atormentaban
á
sí mismos
y
atormentaban
á
los otros por sus escrúpulos respecto
:í.
todo lp que produdía algún placer. Por el contrario.
él era cazador tan intrépido y tan alegre camarada
como cualquiera de los que habían jurado la upre–
macía eclesiástica del Rey y la profesión de fe contra
la..Transustanciacióu·. Cuando encontraba
á
los otro
squires, sus colegas,
en.elojeo, les acompañaba
h~ta
dar muerte
á
la pieza, y unH. vez termin ada la caza
los ll evaba
á
su casa, donde los obsequiaba con un
gran pastel de venado y una botella de cerveza de
octubre, J.e cuatro años. Las vejaciones que babia te–
nido que sufrir uo le llevaban
á
ninguna resolución
desesperada. y aun en la época que su Ig lesia fuera
· bárbaramente perseguida, su vida y' su hacienda ape–
nas habían corrido peligro. Los mis atrevidos. falsa–
rios apena podían aventurarso
á
ir contra el sentido
común de la humanidad fcl'mulando contra él la acu–
sación de conspirador. Los papistas que habían sido
obje_to de los ataques de Oates eran pares. prelados.
jesuítas, benedictinos, un activo agente político, un
abogado de g ran fama, un médico de la corte.
El
caballero.del campo, que formaba en el partido cató–
lico. protegido por su oscuridad, por su vida pacilica
y por la buena voluntad de sus vecipos, t:ecogía su
carros de heno ó llenaba de caza el monal sin que
nadie le molestase, mientras Col man
y
Langhomc,
Whitbread
y
Pickering, el Arzobi po Plunkett
y
lord
Stafford morhtn en la horca ó bafo el hacha del ver–
dugo. Es cierto qué un grupo de miserables intentó
acusar d.e traición
á
sir Tomás Gascoigne, anciano
Barón eató.lico del Yorkshire; pero doce cabailero
de
l~s
más importantes del Riding occi dental, qu