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LORD MACAULAY.
ojos de todos los estadistas protestantes, y nunca en–
contró la menor objeción por parte de los católicos ra–
zonables. Cierto que si nuestros soberanos fueran
como los presidentes de Jos .Estados Un idos, meros
funcionarios civiles, no hubiera sido fácil justificar tal
restricción. Pero el pontificado de la Iglesia anglicana.
va unido á la Corona de Inglaterra, y no se calificará.
de intolerante el d,ecir que una Iglesia no debe es–
tar sujeta á un jefe tenido por cismático y hereje
(1).
XXXVIII.
DISCÚTESE EN LA CÁMARA DE LOS LORES EL PLAN DE
REGENCIA.
Después de esta breve interrupción, constituyéron–
se nuevamente los Lores en comité. Insistían los to–
ríes en que se discutiese su plan, antes de tomar en
consideración el voto de los Comunes que declaraba.
el trono vacante. Ooncedióseles lo que pedían,
y
se
puso
á
discusión si una regencia encargada del poder
real en nombre de Jacobo, durante toda su vida, sería.
la mejor manera de conservar las leyes
y
libertades
de la nación.
Larga
y
animada fué la lucha. Los principales ora–
dores en favor de la regencia eran Rochester y Not–
tingham. Halifax y Dauby acaudillaban el partido
contrario. Por más extraño que parezca, el Primado nG
se presentó,
á
pesar de las importunas súplicas de los
Pares tories, que querían ponerlo á su cabeza. Su au–
sencia le valió muchas y muy graves censuras, sin
(\)
Diario de tos Lores
y
de tos Comunes,
enero
29, 1688-89.