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LORD MACAULAY.
sesión de la corona. Cuando después de larestauració:1t
fueron procesados los regicidas, algunos reclamaron
con insistencia, por creerse comprendidos en la situa-·
ción prevista por esta ley. Habían obedecido, según
decían, al Gobierno que estaba en el poder,
y
por tanto–
no eran traidores. Admitieron los Jueces que la de–
fensa hubiera sido buena si los prisioneros hubieran
obrado por virtud de la autoridad de un usurpador
que, á semejanza de.Enrique IV
y
Ricardo III, llevase
el titulo de rey; pero declararon que tal defensa no–
podia ser invocada por hombres que habían acusado,
sentenciado y ejecutado
á
quien en la acusación, en
la sentencia y en la muerte era designado con el
ti–
tulo de rey. Seguíase de aquí, indudablemente, que–
todo el que prestase su ayuda
á
un Regente, contra–
riando los deseos de Jacobo, corría gran peligro de–
ser ahorcado y descuartizado si llegaba Jacobo algún
dia á recobrar el poder supremo; mientras nadie po–
dría, sin violación insigne de la ley, tal que ni el
mismo Jeffreys se atreveria á cometerla, ser castigado·
por abrazar 19. causa de un Monarca reinante, aun
cuando reinase contra derecho en Wbiteqall, contra
un Rey legitimo que viviese desterrado en Saint
Germain
(1).
Podrá pare·cer que estos argumentos no admitían
réplica,
y
sin duda fueron presentados con gran fuer–
za por Danby, el cual tenia maravrnoso poder para
hacer ver con toda claridad
á
la inteligencia más ce–
rrada las cuestiones que trataba, y por Halifax, quien
en fertilidad de ingenio
y
brillantez de dicción no te-·
nia rival entre los oradores de su tiempo. Mas eran tan
(1) Stad. 2 Han. 7, c. l; Lord Coke,
Insti tutas,
part. m, c.
1;
Proceso de Cook por alta traición, en la
Colección de causas
de:
.Estado;
Burnet,
1,
813, con la nota de Swift.