REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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e Petre. Su nombre iba asociado
á
sediciones y vio–
ilencias que con ver¡¡;üenza
y
pesar recordaban todos
.'los whigs respetables, y
á
caprichos de despotismo
.que aborrecían todos los toríe de cuenta. No es fácil
comprender cómo haya hombres que pueden vivir
bajo el peso de tal infamia; pero aun tal infamia no
.era bastante para Williams.
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se avergonzó de atacar
.al Soberano caído,
á
quien se vendiera para ayudarle
.en empresas que ningún hombre honrado, de cuantos
entraban en los tribunales de justicia, hubiera querido
.secundar, y de quien en el e pacio de seis meses ha–
.bía recibido una baronla como premio
á
su servi–
lismo.
Solo tres diputados se atrevieron
á
oponerse
á
la
.que, evidentemente, era opinión general de la Asam–
.blea. Sir Cristóbal Mulgrave, caballero tory de gran
importancia y talento, manifestó algunas dudas. He–
neag·e Finch dejó escapar algunas frases que se in–
terpretaron como un deseo de que se entablasen ne–
gociaciones con el Rey. Tuvo esta insinuación tan
mala acogida, que Finch se apresuró
á
dar explica–
.ciones. Protestó que se le había comprendido mal.
Manifestó estar convencido que bajo tal Prlncipe no
podía haber seguridad para la religión, la libertad ni
la hacienda. Llamar de nuevo
á
Jacobo, ó tratar con
él, serla una medida fatal; pero muchos que nunca se
.avendrían
á
entregarle nuevamente el poder real,
tenian escrúpulos de conciencia de privarle del título
.de rey. Había un medio de vencer todas estas difi–
.cultades: el nombramiento de una regencia. Esta
proposición fué acogida con tal frialdad, que Finch
no se atrevió
á
pedir la votación. Ricardo Fanshaw,
vizconde de Fanshaw del reino de Irlanda, pronunció
breves palabras en defensa de Jacobo y pidió algu–
na dilación; pero su propuesta fué recibida en medio