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LORD MACAULAY.
diendo de subdivisiones minuciosas, encontraremos
. que la gran mayoría de la nación y de la ConveJ.tción
estaba dividida en cuatro partidos. Tres de éstos los
formaban los toríes, y el cuarto se componía de todo
el partido whig-.
La alianza entre whigs y toríes no había sobrevi–
vido al peligro que le diera origen. En varias ocasio–
nes, durante la ma,rcha del Príncipe, había surgido la
disensión entre unos y otros. Mientras fu é dudoso el
éxito de su empresa, g-racias
á
su hábil política, había
logrado fácilmente poner término
á
aquellas disen–
siones. Mas
á
partir del día en que hizo su entrada
triunfal en el Palacio de Saint-James, no pudo ya
continuar empleando la misma táctica. Su victoria,
librando
á
la nación del gran temor que le inspiraba
la tiranfa papista, habíale privado de la mitad de su
influencia. Antiguas antipatías que habían desapare–
cido cuando los Obispos estaban presos en la Torre y
los Jesuitas tomaban asiento en el Consejo, cuando
clérigos leales eran despojados en masa de los me–
dios de subsistir, cuando fieles caballeros eran arro–
jados
á
centenares del banco de los jueces, . nueva–
mente se mostraban ahora fuertes y activas. Tembla–
ban los realistas á la idea de que Guillermo estuviese
aliado con lo que más odiaban desde la juventud, con
veteranos capitanes parlamentarios que habían asal–
tado su castillo, con antiguos comisarios del Parla–
mento que habían confiscado su hacienda, con hom–
bres que habían tramado el asesinato de Rye House,
y habían acaudillado la rebelión del Oeste. Y, por
otra parte, aquella idolatrada Iglesia por la cual,
después de una penosa lucha interna, hablan roto Jos
lazús que los suj etaban al trono, ¡,podría considerarse
realment\l segura? /.O bien sólo la habían librado de
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enemigo para entregarla en manos de otro'l Cierto