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LORD MACAULAY.
agitación llegó la nueva de haberse fugado el Rey.
Los individuos del Gobierno, abandonando toda idea
-O.e oponerse á la furia popular, cambiaron de partido
con una rapidez muy común entonces entre los poli–
-ticos de Escocia. El Consejo privado publicó un edicto
mandando que todos los papistas fueran desarmados,
mientras que por otro invitaba á los protestantes á
alistarse para defellder la religión pura . No había
aguardado la nación á tal llamamiento. Ya entonces
el campo y las ciudades se habían levantado en ar–
mas por el Príncipe de Orange. Nithisdale y Olydes–
dale eran las únicas regiones donde se temía alguna
resistencia por parte de los católicos, y ambas ciuda–
-Oes fueron pronto ocupadas por bandas de armados
presbiterianos. Había entre los insurgentes algunos
miserabl es, sanguinarios y feroces, que antes hiéierañ
traición á Argyle y que ahora se mostraban igual–
mente prontos á hacer tra1cióu á Guill ermo. S. A., de–
cían, obraba con mala intención. No había en su
JJe–
.cla?·ación
ni una palabra acerca del
Covenant.
En cuanto
á los Holandeses, eran gente con quien no pc¡día unirse
ningún siervo leal del Señor. Tenían punto de con–
tacto con los luteranos, y un luterano era hijo de per–
dición, ni más ni menos que un jesuita. La voz gene–
ral del reino logró, sin embargo, ahogar por completo
los murmullos de esta facción odiosa
(1).
Pronto 11egó la conmoción á las
c~rcanias
del casti–
llo de Drummond. Perth advirtió que no podía y a con–
.Sidernrse seguro entre sus servidores y colonos. Fué
víctima de angustias tan terribles como las que su
·Cruel tiranía hiciera padecer muchas veces á hombres
mejores que
él.
En vano trató de buscar consuelo en
(1)
Sex ta colección. de documentos,
1689; Wodrow.
t.
m, xu, 4.
Ap. 150
y
15·1;
Ex posición <le tas controversias;
Burnet,
1.
804.
1