J,ORD MACAULAY.
Dia y noche tenía su casa el populacho en tan estre–
cho asedio, que apenas nadie se atrevia á visitarle,
y
se temia que el pueblo incendiase su capilla (1).
Amedida que uno tras otro llegaban los correos anun–
ciando los progresos del Príncipe, mostrábanse sus
compatriotas más
y
más envalentonados;
y
cuando
al fin se supo que á invitación de los Lores y de una
asamblea de los más eminentes plebeyos se había en.–
cargado de dirigir la adroininistración, una excla–
mación general de or,gullo..y Alegría salió del seno de
todos los partidos holandeses. Envióse en seguida una
embajada extraordinaria para felicitar1e. Dykvelh
cuya habilidad y profundo conocimiento de la política
inglesa daban singular importancia en esta ocasión
á su ayuda, era uno de los embajadores. Juntamente
con él fué nombrado Nicolás Witsen, burgomaes–
tre de Amsterdam, el cual parece haber sido elegido
como para hacer ver á toda Europa, que la larga
contiPnda entre la casa de Orange y Ja principal ciu–
dad de Holanda babia llegado á su término. El 8 de
enero, Dykvelt y Witsen se presentaron en Westmins–
ter. Hablóles Guillermo con franqueza
y
efusión de
corazón que rara vez desplegaba en sus conversacio–
nes con Ingleses. Sus primeras palabras fueron:"
Y bien,
¿qué dicen ako1·a nuesfros amigos de Holanda?»
En efecto,
según parece, el único aplauso que conmovia fuerte–
mente sn estoica naturaleza era el aplauso de su que–
rida tierra natal. Hablaba con frio desdén de su in–
mensa popularidad en Inglaterra,
y
anunciaba, con
gran acierto la reacción que había de seguir.
«Aquí,
decía,
hoy no se oye más q71e hosanna,
y
tal vez ma1iana.
grita1·án ¡cr·ucijicalel»
(2).
· (t)
Atbeuille
á
Preston.
nov.
29 (dic. 8), t688,
en
la
Colección:
Nacki11tosl1.
(2¡
,'J:is hier nu hosanna: maar't zal, veelligt, haast Krui11t.