REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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a:mueblado suntuosamente con gran rapidez. Pusieron
especial esmero en que la habitación del Príncipe de
Gales tuviera cuanto un niño puede necesitar. Uno de
los criados presefitó
á
la Reina la llave de un soberbio
cofrecillo que habla en su cámara. María abrió el Cofre
y encoutró dentro seis mil pistolas.
XXIV.
LLEGADA DE JACOBO
Á
$Al T-GERl\lAIN.
Al dia siguiente llegó Jacobo á
aint-Germain,
á
donde ya había acudido Luis
IV á recibirle. El
infe–
liz desterrado hizo tan profunda reverencia que pare–
ció que iba
á
abrazar las. rodillas de su protector.
Luis XIV le levantó y le estrechó en us brazos con
fraternal ternura. Los dos Reyes entraron en seguida
en la cámara de la Reina.
«Aquí ltay
1m
caJJallel'o,
dijo
Luis á Maria,
á
q1eien tendl'éis m1eclw g11sto
m
vet'.
»
Y luégo , despues de suplicará sus huéspedes que le
visitaran al sigui ente dia en Versalles y que le pro–
porcionaran el placer de mostrarl es sus palacios, sus
cuadros
y
sus jardines, se despidió sin ceremonia, con
la familiaridad de un antiguo amigo.
Pocas horas después se anunciaba
á
la real pareja
que mientras hicieran al Rey de Francia el honor de
aceptar su hospitalidad, recibirian anualmente cua–
renta y cinco mil libras esterlinas , que se les paga–
rían de su bolsillo particular. Además se les enviaron
diez mil libras para atenderá los gastos del momento.
No era, sin embargo, tan rara
y
digna de admira–
ción la liberalidad de Luis XIV, como la exquisita de–
licadeza con que se esforzaba en no lastimar los sen-