REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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XXVIII.
ESTADO DE LOS PARTIDOS EN INGLATERRA.
Se acercaba el momento decisivo,
y
la agitación
del espíritu público llegó á su colmo. Veíanse por
donde quiera grupos de políticos conferenciando
y
hablándose al oido. Los cafés estaban en fermenta–
ción; las prensas de la capital no se daban punto de
reposo. Con los libelos que aún se conservan de los pu–
blicados entonces, se podrían hacer varios volúme,nes,
merced á lo cual no es dificil formar idea exacta del
estado de los partidos.
Rabia una pequeñísima fracción que deseaba de–
volver la corona á Jacobo, sin condiciones de nin–
guna clase. Había otra, también pequeñísima, que
deseaba el establecimiento de la república, con–
fiando la administración
á
un Consejo de Eatado bajo
la presidencia del Príncip de Orange. Pero fl.mbos
extremos eran mirados con aborrecimiento por la ge–
neralidad. Formaban las diez
y
nueve vigésimas
partes de la nación, personas en quienes el amor de
la monarquía hereditaria
y
el amor de la libertad
constitucional estaban coro binados, aunque en dife–
rentes proporciones,
y
que igualmente se oponían
á
la abolición total de la monarquía
y
á Ja restauración
incondicional del Monarca.
Pero en el ancho espacio que separaba
á
los fanáti–
cos apegados aún
á
las doctrinas de Filmer, de los en–
tusiastas que aun soñaban.con las utopias de Harring–
ton, cabían muchos matices de la opinión. Prescin-
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