REVOLUCJÓ
DE INGLA'rERRA.
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c;ote, donde estaba el Príncipe. En ninguna ocasión,
durante todo el curso de su activísima vida, di6
muestras de mayor prudencia y dominio sobre sí
mismo .
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podía desear que la negociación fuese ade-–
lante, pero era demasiado discreto para ignorar que
si eran mal recibidas las exageradas condiciones im–
puestas por él, la opinión pública se_apartaría de su·
lado. Así, pues, rechazando Ja opinión de sus
~ás
ardientes partidarios, declaró estar resuelto
á
trata1~
sobre la base propuesta por el Rey. Muchos Lores
y ·
Cl!ball eros de los congregados en Hungerford recla–
mari:m contra esta resolución, y un día entero s pasó–
en cabildeos; pero Ja resolución de Guillermo era
irrevocable. Declaró estar conforme en someter todas–
las cuestiones discutidas al Parlamento recién con.
vocado
y
á no adelantarse
á
más de cuarenta millas
de Londres. Por su parte, impuso algunas condicio-–
nes que, aun en opinión de sus enemigos, parecieron
moderadas. Insistió .en que los Estatutos existentes
continuasen en vigor mientras no fue en reformados
por la autoridad competente,
y
que las personas que
desempeñasen aJg·ún empleo sin reunir cundiciones–
legales fuesen inmediatamente separadas de Ja ad–
ministración. Objetó, oportunamente, que no podrían
llamarse libres las deliberaciones del Parlamento si
hubiera de estar rodeado de regimientos irlandeses,
mientras él
y
su
ejército se hallaban
á
alg·unas jorna–
das de distancia.
A.si, pues, consideró razonable que
ya que sus tropa
s no avanzarían á más de. cuarenta.
millas al Oeste de Londres, las tropas del Rey retroce–
diesen
á
igual distancia por la parte de Levante . De
este modo habría .en torno del sitio donde iban
á
re–
unirse las Cámaras un ancho circulo de territorio neu–
tral. Dentro de aquel circulo babia también dos forta–
lezas de gran importancia para la población de la ca-