REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
345
unas dos mfüas de distancia
y
famoso hasta nuestros
tiempos, no tanto por la antigüedad de su arquitec–
tura y ornamentos, como á causa de un horrible
y
misterioso crimen perpetrado alli en tiempo de los
'Tudors (1) .
Antes de salir de Hun gerford, dijéronle que Halifax
había manifestado grandes deseos de verá Buruet.
Este deseo no tenia nada de extraño, pues Halifax
y
Burnet habían estado mucho tiempo en muy buenas
relaciones. Y ciertamente no podía darse dos persona
que tuvieran entre sí menos puntos de semejanza.
Burnet carecía por completo de delicadeza y tacto .
Halifax tenía exquisito gusto ,
y
su sentimien to de lo
ridículo era excesivamente vivo. Burnet veía todas
las acciones y las personas
á
través de un medio fal–
.5eado y coloreado por el espfritu de partido. La ten–
.dencia constante de la mente de Halifax le ll evaba
á
ver las faltas de sus aliados con mayor relieve que las
de sus contrarios. Burnet, con todas sus enfermeda–
des y en medio de ias vicisitudes de una vida pasada
en circunstancias no muy favorables
á
la piedad, era
!linceramente piadoso. El escéptico y sarcástico Hali–
fax habíase hecho sospechoso de irreligión. Y así,
Halifax fué objeto con frecuencia de la vehemente
censura de Burnet, y Burnet, á su vez, era blanco de
las cultas y picantes burla,s de Halifax. Sin. embarg·o,
.ambos se buscaban movidos de mutua atracción: g·us–
taba al uno la conversación del otro, apreciaban mu–
tuamente sus talentos, cambiaban sus opiniones ccm
toda libertad
y
también sus buenos oficios eu tiempos
de peligro. No obstante, el interés personal no movía
.ahora á Halifax á manifestar su deseo de ver
á
su an-
(l)
Véase una nota muy interesante del canto v del
Rolt.eby
de
Sir Walter Scott.