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LORD MACAULAY.
millas de Londres. Halifax, después de anunciar que
esta era la base sobre la cual, él y sus compañeros,
estaban dispuestos á tratar, puso en manos de Gui–
llermo una carta del Rey, y se retiró. (iuillermo
abrió la carta, y pareció muy conmovido. Era la pri–
mera vez que le escribía su suegro desde que se ha–
bían hecho enemigos declarados. En un tiempo
hablan estado en buenas relaciones, y se habían es–
crito familiarmente, y aun cuando habían empezado
á mirarse con mutua desconfianza y aversión, no
habían suprimido en su correspondencia aquellas
fórmulas cariñosas de uso general entre personas ín –
timamente unidas por la sangre y el matrimonio. ·
La carta que los Comisarios hablan traído, fuera es–
crita por un secretario en forma diplomática y en
idioma francés.
«He ncibido mucltas cartas del Rey,
dijQ
Guillermo,
pe?·o todas en1J1i en inglés
y
de su pitfío
y
lel!ra."
Se expresó con una sensibilidad que no acostumbraba
á mostrar. Tal vez pensaba en aquel momento en las
censuras que su empresa, no obstante ser tan justa,
benéfica y necesaria, traería sobre él y sobre su fiel
esposa. Tal vez se lamentaba de la dura suerte que le
había colocado en tal situación que sólo podía llenar
sus deberes públicos rompiendo los lazos del paren–
tesco, y envidió la feliz condición de los que no son
responsables del bienestar de las naciones é iglesias.
Mas tales pensamientos, si en efecto ocuparon su
mente, fueron acallados con firmeza. Solicitó de los
lores y caballeros, á quienes había convocado en esta
ocasión , que deliberasen acerca de la respuesta que
debía darse al Rey sin que su presencia pusiese tra–
bas
á
la libertad de la discusión. Él, sin embargo, se
reservaba el derecho de decidir, en última instancia,
<lespués de oir la opinión general. Dejándoles allí
e ntoMes, se retiró á Littlecote Hall, castillo situado
á