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'316

LORD MACAULAY.

lanrig era teniente coronel del regimiento de Dun–

dee, banda más detestada por los wbigs que los

c01·de–

ros

de Kirke. Esta nueva calamidad fué anunciada al

Rey á la mañana siguiente. · Recibió la noticia cou

más tranquilidad de lo que se esperaba. El golpe que

había sufrido veinticuatro horas antes le babia pre–

parado para casi todos los desastres, y apenas era

posible irritarse sei'iamente porque el Príncipe Jorge,

que apenas era responsable de sus actos, hubiese ce–

dido á las artes de un tentador como Cburchill.

«/Qué!

dijo Jacobo ,

¿se 11a ido también Est-il-possible? Después de

.todo, un buen soldado 1111J;iera sido mayoi· pérdida»

(l). En

r ealidad, parece que por este ti empo toda la cólera

del Rey se hubiese concentrado, y no sin causa, en

una sola persona. Púsose en marcha para Londres,

respirando sólo venganza contra Cburcbill, y supo

á

u llegada un nuevo crimen del arcbiengañador. La

Princesa Ana había desaparecido algunas horas antes.

LVII .

FUGA DE LA PRINCESA ANA.

Ana, que no tenía otra voluntad que la de los Cbur–

c hills, babia sido inducida por éstos, una semana an–

tes,

á

escribir de su propio puño

á

Guillermo, aproban ·

do su empresa. AsegurábalE'. estar dispuesta

á

hacer

lo que quisieran sus amigos,

y

que permanecería en

Palacio

ó

se refugiarí a en la City, seg·ún ellos deter-

(l) Diari·Q

de Clarendon,

26 de noviembre; Clarke,

Vida de Ja–

colw,

tomo

u ,

224.

La

Carta del

Pr incipe

Jorge al Rey

ha sido im–

presa muchas veces.