REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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astuto 'Ministro, no se atrt}verá nunca á meterse en
una expedición allende el mar, dejando la Holanda
sin defensa, Los Estados, al recordar lo que han sufri–
·do y el pelig ro que corrieron durante la g ran agonía
de 1672, no querrán nunca expon erse al riesgo de ver
nuevamente un ejército iuvasor, acampado en Ja lla–
nura que se extiende entre Utrecbt y Amsterdam.
Era indudable qQ.e había muchos desconten tos en
In–
glaterra, pero es inmenso el intervalo que separa el
descontento de la rebelión. Los hombres de rango y
fortuna no se expondrían fácilmente á .arriesgar sus
honores, su hacienda
y
su vidas. ¡Cuán gran nú–
mero de whigs eminentes h!lbían empleado lenguaje
altanero, cuaudo Monmouth estaba en los Países Ba–
jos!
, siu embargo, cuando el Duque desplegó su es-
tandarte ;_qu w.hig eminente se le había unido? Fácil
era comprnnder por qué Luis XIV fin gía dar crédito
á
tan ociosos rumores. Esperaba, sin duda, que el
Rey dé Ing laterra:, movido por el temor, se pusiese.a¡
lado de Francia en la disputa sobre el·Arzobispado de
.Colo
nia. Tales razonamientos tranquilizaron fácilmen–
te el
áui.mode Jacobo, inspirándola la más estúpida
eguridad (l ). La alarma é
indigna~ión
de Luis XIV
aumentaban de dia en día,
y
el estilo de sus cartas
era cada vez más incisivo y vehemente (2) . No podía
.comprender, escribía, tal letargo en vísperas de una
t errible cri is. ;,Acaso estaba el Rey hechizado'? ¡,Eran
ciegos sus Ministros'? ;,Era posible que nadie supiera
eli Whitehall lo q{fe estaba pasando en Inglaterra
y
en el Continente? Tan temeraria seguridau no podía
.ser efecto de mera imprevisión. Debía habei; algún
(t)
Barillon, agosto 20 (30), 23 (set. 2), 16 8¡ Adda, agosto
2i
1jset
9);
Clarke,
Vida de Jacobo
11,
t.
u .
111;
Aiemorias originates.
(2)
Luis XIVáBariiton,
set . 9(111),
8(18)y 11(21),
1088.