186
LORD MACAULAY.
rraron las puerws de Amsterdam y se hizo una leva de
t ropas para defender los privilegios del Municipio. No
parecía probable que los jefes de esta g ran ciudad hu–
bieran consentido jamás en una expedición, ofensiva
en el más alto g rado para Luis·XIV,
á
quien corteja–
ban, y la cual tendía á engrandecer la Casa de Oran ·
ge, aborrecida por ellos. En tanto, sin su consenti–
miento la expedición no podía legulmente llevarse
á
cabo. Acallar su opos:ición por la fuerza, era un proce–
dimi ento ante el cual, en otras circunstancias, no hu ·
biera retrocedido el resuelto y atrevido Estatuder.
Pero en aquel momento era de la mayor importancia,
evitar cuidadosamente todo acto que pudiera tener
apariencias de tiranía. No podía aventurarse á violar
las leyes fundamentales de Holanda, en el mismo mo–
mento en que desnudaba la espada contra su suegro,
por violar las leyes fundamentales de Ing laterra. Ex–
traño preludio hubiera sido, infring ir, violentamente,
una Constitución libre, para acudir
á
la restauración
violenta de otra (1 ).
Había además otra dHicultad apenas mencionada
por los escritores ingleses, pero que ni por un mo–
mento se apartaba de la mente de Guillermo . En la
expedición que meditaba, sólo podía tener buen éxito
apelando á los sentimientos protestantes de Inglate–
rra, y estimulándolos, de manera que llegasen
á
ser
por algún tiempo el sentimiento dominante y casi ex–
clusivo de la nación . Esto, ciertamente, hubiera sido
bien fácil , si el único fin de su política hubiera sido
efectuar una revolución en nuestra Isla, para reinar
después. Pero tenía á la vista un fin ulterior , que sólo
podía alcanzarse con Ja ayuda de Príncipes sincera-
(1)
Acerca de las relaciones del Estatuder con la ciudad de
Ams–
terdam, véase A:vaux,
passim.