REYOLUCION DE INGLATERRA .
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que aun algunos de los que le excitaban á llevar ade–
lante la empresa, las comprendían muy imperfecta–
mente
y
han sido descritas con gTan inexactitud por
algunos de los: que han relatado la historia de la ex–
pedición.
Los obstáculos que esperaba encontrar en territorio
inglés, con ser los menos formidables que se opon–
drían á la terminación de su designio, eran, sin em–
bargo, de bastan te importancia. Cqmprendió que hu-·
biera sido locura, imitando el ejemplo de Monmouth,
atravesar el mar con un puñado de aventureros in–
gleses,
y
fiarlo todo
á
un levantamiento general de los
habitantes. Era necesario,
y
a i se lo decían cuantos le
invitaban á -la expE:dición, que llevase consigo un
ejército. Y sin embarg·o ¡,quién podia responder del
efecto que produciría la presencia de tal ejército'?
Cierto que el Gobierno era justamente odiado . Pero
¡,se
inclinaría el pueblo inglés, completamente ex–
traño á la intervención de las potencias del·conti–
nente en sus luchas internas, á mirar con ojos favo–
rables
á
un libertador que se pre'3entaba rodeado de
oldados extranjeros? Si una parte de las tropas rea–
les
se oponía con resolución
á
los invasores, ¡,no
tendría inmediatamente
á
su lado la patriótica sim–
patía de millones de Ingleses'? Una derrota hubiera
sido fatal al éxito de la empresa. Una victoria san–
g rienta, ganada en el corazón de Ja Isla por los mer–
cenarios de los Estados Generales sobre los guar–
dias de Coldstream
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los Buffs, casi sería calamidad
tan g rande como una derrota. Tal victoria seria la
más cruel herida hecha al orgullo nacional de una de
las más orgullosas naciones. La corona ganada así
no
se podría ceñir nunca en paz, ni con seguridad. El
odio con que eran mirados la Comisión eclesiástica
y
los jesuitas, cedería ante el odio más intenso que ins-