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LORD MACA.ULAY.
una que dudase que el alumbramiento era pura in–
vención, y el Príncipe olvidaría
f!US
propios intereses
si las sospechosas circunstancias que habían acompa–
ñado al alumbramiento de la Reina, no figuraban, en
primera línea, entre las razones que le oblig!!-ban
á
tomar las armas (1).
Firmaron en cifra este documento los siete jefes de
la conspiración: Shrewsbury, Devonshire, Danby,
Lumley, Comptom, Russell y Sidney. Herbet se ofre–
ció
á
servir de mensaj ero . Su misión ofrecía extraor–
dinario peligro. Se vistió de marinero,
y
con este dis.:
fraz llegó felizmente
á
la costa de Holanda el viernes
siguiente
á
la absolución de los Obispos. Inmediata–
mente corrió á presentarse al Príncipe. Fueron lla–
mados Bentinck y Dykvelt, y pasaron aigunos días
en deliberar. El primer resultado de esta deliberación
fué
mandar que se suspendiese, en la capilla de la
Princesa, la lectura de la oración por el Príncipe de
Gales (2).
VI.
CONDUCTA DE MARÍA.
No tenía que temer Guill ermo por parte de su es–
posa la más leve oposición . El entendimiento de la
Princesa estaba completamente sor.ietido al suyo,
y, lo que es más extraordinario, había conseguido el
Príncipe granj earse por completo su cariño. Para
(1) Véase la invitación integra, en Dalrymple.
(2)
Carta de Sidmey
á
Guillermo
de 30 de junio, 1688¡
Avaux,
.Ne9ociaciones,
julio
10 (20)
y
12 (2'2).