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LORD
~IACAULAY.
rt;ja ilustre que él
b~biése
unido, ya poditt salir de su
eclipse rodeado de nuevo esplendor. Los whigs, cuya
animosida.d le había arrojado del Gobierno nueve años
an~es,
al verle aparecer nuevamente, unirían sus acla–
mflciones
á
las de los
Caballeros,
sus antiguos amigos.
Ya se había reconciliado por completo con uno de los
más distinguidos
managers
que hablan intervenido en
su acusación, el Conde de Devonsl..lire. Ambos aristó–
cratas se habían encontrado en una aldea en el Peak,
y
habian cambiado protestas de amistad. Devonsbire
confesó
fran cam~nte
que los whigs habían cometido
una g ran injusticia,
y
últimamente habían declarado
estar convencidos de su error. Por su parte, Danby
también hubo de dar sus disculpas. Antes había creí–
do, ó al menos fingía creer, que la doctrina de la obe–
diencia pasiva no admitía Ja más leve excepción . Es–
tando él en el Gobiemo y con su sanción , habíase
propuesto una ley, que de haberse aprobado, hubiera
excluido del Parlamento y de Ja
Adminis~ración
á
cuantos se negasen
á
ct.eclarar, bajo juramento, que Ja
resistencia era, en todos los casos, ilegal. Pero su vi–
goroso entendimiento, más que nunca
di~puesto
y
diligente en pro de los públicos intereses y del suyo
propio, no se dejaría ya engañar, si es qt:e en efecto
alguna vez había sido engañado, por tan pueriles so–
fismas. Adhirióse inmediatamente á Ja conspiración ,
y trató entonces de conseguir la concurrencia de
Comptom, el suspendido Obi po de Londres, la cual
consiguió sin di.ficulfad. Ningún Prelado habia sido
tratado por el Gobierno con tanta insolencia é injus .
ticia como Comptom,
y.
ninguno tampoco tenía tanto
que esperar de la revolución, pues él babia dirigido
la educación de la Princesa de Orange, y se le consi–
deraba depositario de su confianza. Como sus colegas.
había sostenido con todas sus fuerzas, y mientras la