REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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opresión no le alcanzó, que era un crimen resistir
á
la
tiranía; pero después que hubo comparecido ante la
Comis.ión eclesiástica, una nueva luz había·iluminado
su mente (1).
IV.
NOTTINGRAM Y LUMLEY.
Danby y Comptom deseaban asegurarse la coope–
ración de
1
ottingham. Comunicósele todo el plan y
él lo aprobó, pero
á
los pocos días empezó
á
mostrarse
algo intranquilo. Su mente no era bastante poderosa
?..
sacudir las preocupaciones de la educación. Anduvo
de uno en otro teólogo, proponiendo, en términos ge–
nerales, casos hipotéticos de tiranía, y preguntando
si en tales casos la resistencia sería legal. Las res–
puestas que obtenía aumentaron su iuquietud, con–
cluyendo por decir
á
sus cómplices que no podía ir
más adelante con ellos. Si le creían capaz de hacerles
traición podían matarle: él no les censuraría por ello.
pues al retroceder después de haber ido tan lejos, les
había dado una especie de derecho sobre su vida. Sin
embargo, les aseguraba que de él no tenían nacla que
temer: guardaría el secreto, y hasta no podía menos
de desearles buen éxito, pero su conciencia no le per–
mitía tomar parte activa en una rebelión. Ellos presta–
ron oído
á
su confesión llenos de su·spicacia y desdén,
y Sidney, que tenía idea muy vaga de los escrúpulos
de conciencia, informó al Príncipe de que Nottingham
{l)
Véase la
In trorLucción
puesta por Danby
á
los documentos
que public6 on 1710; y Burnet.
1,
764.
TOMO IV.
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