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!,ORO MACAULAY.
IX .
DESTITUCIONES
y ·
ASCE
OS.
Tal fué la persecución que Jacobo, resentido por la
g ran derrota que había sufrido en Westminster Hall.
resolvió hacer
sufr.iral clero. Al mismo tiempo , tra–
taba de demo
strará
los abogados, por medio de una
pronta y ·amplia distribución de recompensas y casti–
gos, que el servilismo incondicional é impúdico, aun
cuando no fuera acompañado del éxito, era título
seguro
á
su favor,
y
que todo el que después de años
enteros de sumisión, se aventuraba
á
desviarse de
aquella s nda, cediendo, solo un momento,
á
las su–
gestiones del valor y la honradez, era
á
sus ojos reo de
una imperdonable ofensa. La violencia
y
audacia de
que en todo el proceso de los obi pos hiGiera alarde
el apóstata Williams, le había.u hecho odio o
á
la na–
ción entera (1 ). Fué recompensado con una baronía.
Holloway y Powell hablan dado rµue stras de digni–
dad, ·al declarar, que en su opin ión , la petición no
era libelo . Ambos fueron privados de sus empleos (2).
La suerte de Wrig·ht parece haber e tado por algún
(l) Eu una de las numerosas balada del tiempo, se encuentran
los siguientes versos:
Both our Britons are fooled
Who Lhe laws
overrul~d
And uext parliament each will be plaguily sohooled.
«Nuestros dos bretones se han hundido. ellos que habiau atro–
pellado Ja ley, y en el primer Parlamento
á
ambos zurrarán de Jo
lindo.» Los dos bretones son Jeffreys y Williams, naturales ambos
del país do Gales.
(2)
Gaceta de Londres.
julio 9. 1588.