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LORD MACAULAY.
ner que hubiera puesto en peligTo, deliberadamente,
la causa de sus defendidos, con el solo objeto de esta–
blecer un principio general; y aun era más absurdo
elogiarle por lo que hubiera sido violación insigne
de sus deberes profesionales.
iguió á tan alegre dia, noche no menos alegre.
· En vano trataron los Obispos y algqnos de sus más
respetables amigos de evitar las manifestaciones tu–
multuosas de r_eg·ocijo. Nadie reco1·daba haber visto
nunca tan g ran número de hogueras en las ca–
lles, ni aun cuando se supo en todo Londres que el
ejército de Escocia se había declaradó por un Parla–
mento libre. En torno de las hog'ueras brindaba la
multitµd por la salud de los Obispos y la confusión de
los papistas. Velas en hilera iluminaban las venta–
nas. Cada fila constaba de siete, y la del centro, ·
mayor que las restantes, representaba ·al Primado.
El ruido P.e petardos, cohetes y disparos de armas de
fuego oiase sin cesar. Una inmensa hoguera ardia
frente por frente á la gran puerta de W1ütehall. Otras
fueran encendidas frente á las puertas de ,los Lores
católicos. Lord Arundell de Wardonr, obrando con
gran discreción, apaciguó la multitud dándoles al–
gún dinero; pero en el palacio de Salisbury, en el
Strand, se hizo una tentativa de resistencia. Los cria–
dos ·de lord Salisbury hicieron una salida, disparando
sus armas sobre la multitud; pero sólo mataron al in–
for.tunado bedel de la parroquia, el cual había venido
á
hacer apagar la hog uera, y muy pronto derrotados
.y
puestos en fug·a tuvieron que retirarse á la casa.
Ninguno de los espectáculos de aquella noche intere–
só
tanto al pueblo como uno que algunos años antes
había sido muy frecuente, y que después de largo in·
tervalo disfrutaron ahora de nuevo. Consistía éste en
quemar un Papa en efigie.Nuestra generación sólo tie-