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. REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.

155

sentimientos de tren:endo poder, dos sentimientos

qu'e generalmente se han presentado en lucha el uno

con el otro,

y

cualquiera de los dos cuando se le ha

excitado fuertemente bastó á trastornar todo el orden

del Estad0. Estos sentimientos eran, el amor de la

Iglesia nacional

y

el amor de la liber tad. Por e pacio

de muchas generaciones toda conmoción violenta en

favor de la Iglesia, con sola una excepción, había

sido desfavorable á la libertad civil. Toda conmoción

violenta en favor de la libertad, con sola una excep–

ción también, había sido contraria á la autoridad é in–

fluencia del episcopado

y

del sacerdocio. En

1688

la

causa de la jerarquia fué por un womento la causa

popular. Más de 1meve mil eclesiasticos, con el Pri–

mado y sus más respetables sufragáneos á la cabeza,

se resignaron

á

sufrir la confiscación y pérdida de sus ·

bienes por el g-ran principio fundamental de nuestra

libre Constitución . La consecuencia fué una liga en

que entraron los más celosós caballeros, los más ce–

losos republicanos y todas las fracciones intermedias

de la nación. El espíritu que babia sostenido á Hamp–

den en la generación anterior, el que en la siguien–

te

había de sostener á 8acheverell, se unieron para.

sostener al Arzobispo, que

á

un tiempo representaba.

la causa de Hampden y la de Sacheverell. Aquella

clases de la sociedad más interesadas en el manteni–

miento del orden, las cuales en épocas de turbulen–

cia se muestran generalmente dispuestas

á

prestar

apoyo al Gobierno y que sienten natural antipatia.

por los agitadores, siguieron sin escrúpulo la causa.

de un hombre venerable, primer Par del reino, pri–

mer Ministro de la Iglesia anglicana, tory en política.

santo por las costumbres, á quien la tiránía había

convertido, á pesar suyo, en demagogo. Por otra par–

te, los que siempre habían aborrecjdo el Episcopado