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LORD b!ACAULAY.
como un resto de papismo
é
instrumento de poder
arbitrario, pedían ahora de rodillas la bendición de
un Prelado que estaba pronto á dejarse cargar de ca –
.dénas
y
á extender si.s miembros, debilitados por la
edad, en las duras losas de una prisión, .antes que
perjudicar los intereses de la religión protes tante
y
aejar que la regia prerrogativa fuese so.brepuesta
á
las
leyes. Al amor de la Iglesia nacional
y
al amor de la ·
libertad se unió en esta gran crisis un tercer senti–
miento, que figura entre las más honrosas peculiarl–
-dades de nuesh'o carácter nacional. Un individuo
-oprimido por el poder, aun cuando no tenga el me-
nor derecho al respeto
y
gratitud del público, encuen–
tra generalmente grandes simpatias entre nosotros.
De este modo, e!l tiempo de nue tros abuelos la per–
secución de Wilkes llegó á trastornar por completo
la sociedad,
y
nosotros mismos hemos podido ver ex–
.citada la nación casi hasta la locura pqr los infortu–
nios de la Reina Carolina: Es, pues, probable que aun
euando no dependie1'an grandes intereses políticos
y
religiosos del resultado del proceso contra los Obis–
po , Inglaterra no hubiera visto sin llenarse de lás–
tima
y
furor, Ja persecución de anciano de intacha–
ble virtud á impulsos de la venganza de un Prlncipe
lne"xorable
y
cruel, que debia
á
su fidelidad la Corona
que ceñía.
Movidos por tales sentimientos, nuestros antepasa–
dos formaron contra el Gobierno una inmensa
y
com–
pacta masa. Todos los raug·os, todos los partidos, to–
das las sectas protestantes, figuraban en la vasta
fa–
lang·e. Iban en la vang·uardia los lores espirituales
y
temporales. Seguian después la nobleza de provin–
.cias
y
el clero, las dos · niversidades, todos los tribu–
nales do justicia, neg·ociantes, tenderos, colonos, los
mozos de cordel que ejerclan su oficio en las calles