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LORD MACAULAY.
por medio de Ja fu erza. Alg·uncs se babían complacido
en pre ·entar la doctrina que
condena.Jaresistencia,
en forma tan exagerada, que hería el sentido común
y
la humanidad. Acostumbraban
á
hacer notar con
gran enfasis que cuando
'an- Pabl o excitaba
á
sus
di clpulos á obedecerá los Magi trados,
·erón se ha–
llaba al frente del Gobierno de Roma. La consecuen -
cia que de aquí deducían era que si un rey inglés,
sin obedecerá má ley que su capricho, persiguiese
á sus súbdito por no rendir adoracién
á
los ídolos,
los arroja e
á
los leones eu la Torre, ó cubr:cndolos •
de camisas embreada
y prendiéndoles fu ego les
hiciera servir para iluminar Saint Jame's Park,
y
continua o en tales matanza hasta que ciudades
y
condados quedasen si n un habitante, los que sobre–
vivie en auu habrían de someter e humildemente
y
dejarse de pedazar ó quemar vivos sin la menor re–
si tencia. Lo argumento en que apoyaban tal pro ·
posición eran en verdad bien fútiles; pero
á
falta de
argumentos convincentes, ofrecíales amplio r cur–
sos la omnipotente ,ofistería del interé
y
ia pasión.
Muchos esc1·itores han mauifes tado su
ombro
d~
que los altivos caballeros de Ing'laterra se hayan mo -
trado celoso
defensores de la más servil teoría que
jamás se ha conocido en tre los hombre . Lo cierto e
que esta teorla se prese ntó al principio
á
los
caballeros
como lo más opuesto
y
contrario
á
la servidumbre.
Era su tendencia hacerlo no e clavo, sino hombre libre
y
señor. Se
ei~salzaba
á sí mismo al en alzará aq uel á
qui en mi raba como su prdtector, como su amigo,
como jefe de su amado par tido
y
de su aún más amn–
da Iglesia. En ti empo de lar pública, los realistas ha–
bían sufridu vejaciones é in ultos que la restauración
del gobierno legítimo les permitió devolver á sus con–
trnrios. La· i·ebclióu se -asociaba, por tanto, en su