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LORD
IACAULAY .
cuantos daño puede cau ar la tiranía, ólo porque
nadie haya podido nunca definir preci amente Ju
magnitud del de goui erno que ju tiflca la rebelión.
Pero
",podía llamar ·e propiamente rebelión lar' -
istencia de lo
Ingle es
á
un príncipe como Jacobo't
Los contentadizos
cLi
c!pulo de Filrucr mauteuíau,
en verdad, que no hflbía diferencia alg·uua
ntre el
gobierno de nuestro paí
y
1 cte Turquía, y que si
1
Rey no confi caba el ·contenido de todas la caja do
Lombard
'treet,
y
no enviaba mudo con Jo
fatale
cordones
á
'ancroft y Halifax ,
ra
ola111 nte por
er
l::>.
M.
n extremo bondaclo o, para hacer u o de
todo el poder que había re ibido del cielo. Pero la
'g-ran ma a de los toríe ' , aunque en el calor d
la di -
pu ta podían
á
v ces emplear lenguaje que parecía
indi car
u.
conformidad con tan extrav>igantes clo.c–
trina , n 10 íntimo de su corazón aborrecían el d po–
ti mo. El
obierno ingl s era en su opinión una mo–
uarquía limitada. Y ,:cómo pod!a de ir e que una mo–
narquía
ra limitada, si no se podla mpl ar nunca
la fuerza, ni aun en última in
tanc.ia, p ra con eguir
el
mantenimiento de aquella limitacione '(En Rusia,
donde por la on titu ión del E ·tacto el Monarca ra
ab oluto, po!lía tal vez di cutirse con algún color do
verdad qu , fueran cuale quiera
io
xc
' O
á
que lle ·
ga e,
iempre tenía derecho
á
•x ig·ir, fundáudose en
Ti tiano principio , obediencia de u
úbditos. P ro
en uue tro paí el Príncipe
y
l pueblo e
tal.mnigual–
m nte ujeto
á
las leye . y por tau to Jacobo babia in-
urrido en lacen ura pron un iada contra todo 1que
ataca~e
el poder con tituído. Jacobo era el
que
resistía
las órdl"lnc de Dio , el que e levantaba coutra aque–
lla legítima autoridad
á
que . iempr debía e tar su–
jeto, no sólo por temor,
ino por amor
á
u conciencia;
y
él era, en fin, quien en el ver adoro sentido de Ja