Table of Contents Table of Contents
Previous Page  184 / 548 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 184 / 548 Next Page
Page Background

170

LORD MACAULAY.

que continuaban declarando ilegal toda resistencia

al Soberano, estaban resueltos, caso de declararse la

guerra civil, á permanecer neutrales. No halJía pro–

vocación bastante poderosa á hacerles repelarse; pero

si la rebelión estallaba, no parece que estuvieran dis–

puestos á pelear por Jacobo II, como lo habían hecho

por Carlos

I.

San Pablo había prohibido á los cristia–

nos de Roma resistir al Gobierno de

ierón; pero no

es de crer que si el Apóstol

hubie~·a

vivido cuando las

legiones

y

el Senado se levantaron contra el mal–

vado Emperador, hubiese mandado á sus hermanos

correrá las armas para sostener la tir&nía. El deber

de la Iglesia perseguida era bien claro: debía sufrir

pacientemente

y

dejar su causa en manos· de Dios.

Pero si Dios, cuya providencia hace salir siempre

el bien del mal, hubiera querido, com_o tantas ve–

ces, reparar sus ofensas valiéndose de hombres

CU·

yas irritadas pasiones no se dejaran amansar por sus

máximas, debla aceptar, llena de ag·radccim.iento, la

liberación que sus principios no le permitían adqui–

rir por si misma. Así, pues, la mayoría de aquellos

toríes que aun reprobaban con sinceridad todo pensa–

miento de atacar al Gobierno, uo estaban, sin embar–

go, en modo alguno, dispuestos á defenderlo , y tal

vez al mismo ti empo que hacían gala de sus escrú–

pulos, se regocijaban secretamente de que no todos

fuesen tan escrupulosos como ellos.

Los wbigs conocieron que había llegado su turno.

Desde hacía ¡;eis ó siete año , el saber si debían ó-no

sacar la espada contra el Gobiérno había 3ido á sus

ojos mera cuestión de prudencia,

y

la prudencia

mis–

ma les aconsejaba ahora dar un g·olpe atrevido.