REVOLUCION DE INGLATERRA.
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palabras de Jesús, quitaba al César lo que era del
Désar.
Movido por tal es consideraciones, los más capaées
é ilustrados torí e empezaron
á
admitir que habían
llevado demasiado lejos la doctrina de la obediencia
pasiva. En adelante, la diferencia entre ell os
y
los
whigs, re pecto
á
las obli gaciones recíprocas de reyes
y
súbditos , ·no constituiría una diferencia de princi–
pios.
icrto que aun quedaban muchas controversias
históricas entre el partido que siempre había soste–
nido la legalidad de Ja res\stencia
y
los recién con–
vertidos. La memoria del bienaventurado mártir era
tan reverenciada como siempre por aquello. viejos
Oa–
-Oallei·os
qt1e e taban pronto
á
tomar las arm as con tra
su degen erado hijo . Aun hablaban con aborrecimien–
to del Parlamento Latg·o, de la conspiración de Rye
House y de la insu rrección del Oeste. Pero, fue ran
·Cual esquiera sus ideas acerca del pasado, su decisión
por el presente fué cu un todo wlli g", pues. ahora sos–
tenían que la extrema opresión puedo justificar la
resi teucia,
y
opinaban que la opresión que ahora pe–
saba sobre el reino era extremada
(1).
Sin embargo, no debo suponerse que todos los to–
ríes renunciasen , aun cu aquella coyuntura,
á
un
principio que desde la infancia aprendieran
á
mirar
como parte esencial de l cri stianismo, principio que
habían profesado durante muchos años con ostentosa
vehemencia
y
que habí an intentado propagar por
medio de la persecución. Muchos se mantuvieron
fir–
mes en su antig ua opinión por conci encia, y muchos
otros por vergüenza. Pero la mayor parte, aun de los
(1) Arroja gran luz sobre este cambio en la opinión de unn
parte de los toríes, un pequeño folleto puMicaJo
á
principios de
1689
y
titularlo:
Diálogo enl f'e dos amigo
,
en et cnal se vindica
á
ta iglesia anglicana de s·<A- adhesión
at
Prínci pe de Oramge.