158
LOR.D MACAULAY.
Muchas personas
pi~dosas
lamentaban en años pos–
teriores la breve duración de este período, que des–
cribían como una breve reaparición de la edad de
oro entre dos edades de ,hierro. Tales lamentaciones,
aunque muy naturales, no tenían razón de ser. La
coalición de 1688 fué producida tau sólo, y no podía
ser de otra manera, por una tlranía que rayaba en
locura y por el pelig ro que amenazó á un tiempo to–
das las g randes instituciones del país. Si después acá
no se ba visto nunca unión semejante, la razón es
que tampoco ha habido nunca tau mal gobierno como
entonces. ro debo olvidarse que, si bien la concordia
es en sí misma mejor que la discordia, ésta puede in–
dicar mejor estado de cosas que la concordia. La ca–
lamidad y el peligro con frecue.qcia obliganá los hom–
bres á la unión. La prosperidad y la seguridad los
muevei:i con frecuencia á separarse.
ciones de documentos para la historia de Inglate'rra, impresas
á
fi nes de 1688 y principios de 16 9. Se escribió el 26 de julio cuando
aun no babia tl'ascurrido un mes desde la terminación del proce–
so. Por este mismo tiempo, Lloyd de Saint Asapt jecia
á
Enrique
Wharton que los Obispos se proponían adoptar una política ente–
ramente nueva, para con los protestant€s disidentes. ·Omni modo
curaturos; ut Ecclesia sordibus et corruptelis penitus exueretur;
ut sectariis reformatis reditus in J!:cclesioo sinum exoptati occasio
ac r9.tio concederetur, si qui sobrii et pii essent; ut pertinacibus
interim jugum levaretur, extinctis pe nitus legibus mulctatoriis.•
Excerpta
e.-v
\Tita 11. Wharton.