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REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.

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Jle noticia de este reg·ocijo, tan en uso en o.tro tiempo,

'por descripciones y grabados. Una figura, que en nada

se parecia

á

las toscas imágenes de Guy Faux que aun

uelen pasearse en procesión el 5 de noviembre, sino

hecha de cera con algún esmero y ádornada con

vestiduras costosas y una tiara, era paseada en

u.na

silla semejante á la que en las g randes solem

nida–

des sirve para conducir los Obispos de Roma, en

la iglesia de San Pedro, al altar mayor. Represen–

tábase generalmente

á

Su Santidad, acompañado de

un séquito de Cardenales y jesuitas. A su lado , y ha –

blándole al oído, ioa un bufón vestido de diablo, con

cuernos y cola. Ningún buen protestante rico negaba

su guinea para contribuir

á

los gaITT;os de la ceremo–

nia, y si hemos de dar crédito

á

la fama, el coste de

la procesión ascendía, á veces, nada menos que

á

mil

libras esterlinas. Después de haber paseado al Papa

con toda solemnidad durante algún tiempo, lo entre ·

gaban

á

las llamas en medio de las más ruidosas acla·

maciones. En tiempo de la popularidad de Oates y

8baftes bury , representábase anualmente esta ceremo–

nia frente

á

las ventanas del Club Whig en Fleet

Street, el aniversario del nacimiento de la Reina Isa–

bel. Era tal la celebridad del grotesco espectáculo,

.que Barillon arríe gó una vez su vida para presen–

.ciarlo desde un lugar oculto (1). Desde el día que se

descubrió la conspiración de Rye House hasta el de

la absolución de los Obispos, la ceremonia había caído

en desuso. Mas ahora aparecieron varios Papas en di–

Jerentes partes de Londres. El Nunc!o se mostró muy

(1) Véase una curiosísima relació n publicada en 1110, con otros

papeles, por Danby, entonces Duque de Leeds. Se hallará una

descripción divertida de la ceremonia de quemar un Papa, en

North,

Ex amen,

5'i0. Véase también Ja nota al epilogo de la tra–

gedia de

Edipo

en la edición de Scott de las obras de Dryden.