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LORD MACAULAV.
Era ya de noche y aun no se babia retirado el Ju–
rado á discutir el veredicto. Toda aquella noche fué
de gran ansiedad. Aun se ponservan al g unas cartas
escritas . durante aquel período . de incertidumbre, y
que, por tanto, t ien en interés especialís imo. «Es muy
tarde, escribía el Nuncjo de S. S., y aun no se conoce
la decisión del tribunal. Jueces
y
acusado se han ido
á
sus casas. El Jurado permanece r eu nido. Mañana
sabremos el resultado de esta g·ran contienda . " El
Procurador de los •Obispos estuvo toda la noche con
algunos criados en la escal era que· conducía á la ha–
bitación donde estaba reunido el Jurado. Era de todo
punto n ecesado vig ilar á los oficiales que g uardaba11
las puertas, pues se les suponía partidarios de la
Corte, y si no se les vigilaba poclian hacer pasar co–
mida para al g ún ju,ado partidario de la Corte y hacer
que éste avivase el hambre de sus on ce coleg as.
Guardáronse, pues, las puertas, con todo rigor, no se
dejó pasar ni una vel a paira encender las plpas. A eso
de las cuatro de la mañ ana dej aron entrar alg una
palanganas con agua para lavarse .Los jurados, muer–
tos de sed se la bebieron. Numerosos grupos recorrie–
ron las calles vecinas hasta el amanecer . De hora e·n
hora
11
gaba un mensaj ero de Vi'hitehall á enterarse de
lo que· pasaba. Oíanse voces dentro de la habitación ,
disputando acaloradamente, pero no se sabía nada
c ierto (1).
Al principio, nueve estaban por · la absolución
y
tl'es por la condena. Pronto cedieron dos de la mino–
ría, pero Arnold continuaba obstinado . Tomás Austin,
caballero del campo, de gran hacfenda, que habia se -
.
.
(1) J ohnstone, julio
2,
1688;
Cei.r ta de
ilfr.
l nce at Arzobispo,
fechada
fl
lo.s seis de la maña na;
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de
Tanner: Revot11ciones
11oti/,1cas.