REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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ción del -Secretario del Consejo y de la vehemencia.
con que se opusieron al detenido examen de Pember–
·ton, deduciase claramente que opinaban del mismo.
modo.
Sin embargo, habíase probado que la letra era de
los Obispos, pero una nueva y seria objeción surgió–
entonces. No bastaba probar que lqs Obispos habían
escrito E:l libelo en cuestión; era necesario demostrar
también que le habían escrito en el condado de
Middlesex. Y no sólo era imposible al Fiscal general
y al Solicitor el _probar esto, sino que además los
acusados podían probar lo contrario, pues desde que
se babia publicado la orden del Consejo basta des–
pués de entregada la petición al Rey, Sancroft no ha–
bía salido una sola vez de su palacio de Lambeth. De
este modo quedaba completamente destruido el cargo
que servía de base
á
la acusación, y el público, con
gTandes muestras de contento, esperaba absolución
inmediata. Los abogados de la Corona cambiaron en–
tonces nuevamente de táctica, y abandonando la acu-
ación de haber escrito un libelo, trntaron de probai–
que los Obispos lo habían publicado en el Condado
de Middlesex. Grandes eran las dificultades. La en-
. trega de la p,etición en manos del Soberano equivalía
indudablemente, á Jos ojos de la ley, á la publica–
ción. Pero ¿cómo probar aquella entrega'( Nadie había
presenciado la audiencia en el gabinete Real, fuera
del Rey y los acusados. El Rey no había de dar testi–
monio, de modo que sólo podia certificarse el hecho
de la publicación por las declaraciones de los acusa–
dos. Intcrrog·óse nuevamente
á
Blathwayt, pero en
vano. Recordaba muy bien, dijo, que los Obispos ha–
bían reconocido sus firmas, pero no recordaba que
hubiesen declarado que el papel que estaba sobre la
mesa del Consejo ·privado, fuese el mismo que habían