REVOLUCIÓN DE I GLATERRA.
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sustnba la idea de aparecer corno abogado de los
Obi pos, y al princi pio se babia negado á aceptar
aquel cargo. Pero todos los fiscale que lo empleaban
le habían intimado que de no aceptar este asunto no
volvería
á
tener ning·ún otro (1).
Sir J orge Treby, entusiasta whig y hombre de ta–
lento, que había sido recorder de Londres en tiempo
de la antigua Carta, figuraba tambión entre los de–
fensores de los Obispos.
i r
J uan Holt, abogado whig,
aún má eminente, no figu ró entre los defensores
á
consecuencia, según parece, de alguna preocupación
que contra él abrigaba Sancroft, pero
fué
con ultado
en particular por el Obispo de Londres (2). El abo–
gado
junioi·
de lo Obispos era un joven legista lla–
mado Juan
omers. No era de alto rango, ni teni a
pingüe fortuna, ni hasta <111tonces había tenido oca -
ión de distinguirse
á
los ojos del público; pero su
genio
y
diligencia, sus profundos y variados conoci–
mieñtos eran muy bien apreciados en nn pequeño
círculo de amigos, y
á
pesar de sus opiniones whigs,
su arg umentación lucida y pertinente y su inaltera–
ble compostura le habían conqui tacto la atención del
Tribunal del Banco del Rey. Johnstone había hecho
presente
á
los Obispos, con gran vehemencia, la im–
portancia de alcanzar sus servicios,
y
Pollexfen , se·
gún se dice, había declarado que no habí a nadie en
Westminster Hall que pudiera competir con Somera
tratándose de una cuestión histórica y constitucional .
Los jurados prestaron juramento: eran todos personas
(l)
Johnstona, julio 2, 16íl8. El editor de los
Informes
de Levinz
se muestra muy admirado que después de la Revolución, Levinz
no fuese repuesto en su cargo de juez. Los hechos referidos por
Joh nstone tal vez -puedan expl icar esta aparente injusticia.
(2) Asi se desprende
d~
una carta de Compton
é.
Sancroft,
fe –
chada
é.
12 de junio.