REVOLUCIÓN DE JNGLATERRA.
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1a moderación de los últimos tiempos y recobrar la
<Confianza Real por medio de un acto que á toda inte–
ligencia que conozca la importancia de los principios
religiosos debe haber parecido uno de los crímenes
más dig·nos de castigo, y que aun la gente despre–
ocupada mira como el último extremo de bajeza. Cerca
de una semana antes del dia fijado para el gran juicio,
-se anunció públicamente queSunderland se babia he-·
cho papista. El Rey hablaba con delicia del triunfo de
la divina gracia. Cortesanos yembajatlores trataban de
conservar su seriedad cuando el renegado protestaba
que desde hacia mucho tiempo estaba convencido de
la imposibilidad de encontrar la salvación fuera de la
comunión de Roma, y que su conciencia no le dejaba
punto de reposo mientras no renunciase las here–
jías
en que habla sido educado. La nueva cundió rá–
pidamente. 'En todos los cafés se refería que el primer
Ministro de Inglaterra, descalzo y con una hacha en–
cendida en la mano, habia ido á la Real Capilla, y
llamando humildemente á la puerta, solicitaba per–
miso para entrar; que entonces la voz de un sacerdote
preguntó desde dentro quién era el que llamaba, á lo
cual Sunderland babia contestado que un pobre pe–
cador que por mucho tiempo había andado errante
lejos de la verdadera Iglesia, y ahora imploraba se le
recibiese y absolviese; que ent-Onces se abrieron las
puertas, y el neófito fuera admitido á los santos mis–
terios
(1).
(l) Barillon, junio 21 (julio 1), junio 28 (julio 8), 1688; Anda,
junio 29 (julio 9); Citters, junio 26 (julio 6); Johnstone, julio 2, 1688;
Los Conversos,
poema.