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LORD MACAULAY.
rrienos qiié uso pensáis ltacer de ella.»
Pemberton, que du–
rante todo el juicio había cumplido como hombre de
valor
y
entendimiento, replicó sin vacilar:
«Mil01·es,
yo nsponderé al S1·. Fiscal. Seré j1·anco con el T1'ibunal.
Si los Obispos 1·econocieron este docurnento ba/o promesa
formal de S. JllI. de qi1e sit confesión no se emplearía conbra
ellos, espero que no se JJrocurará saca?· ninguna venta/a
de
una declaracióa !techa en tales condiciones.
-
Acusáis á S.
JU.
de lo que apenas me af¡¡:evo
á
rwmbra?',
dijo Williams;
y ya
que os mostráis tan insistente, pido,
1m
nombre del Rey, que
se escrioa·esa pr·egunta.-¿Qué intentáis, Sr·. Solicitar·?
dijo
Sawyer· interviniendo. -
Yo sé lo qi1e qiiie1·0,
dijo el
apóstata.
Deseo que el Ti'ibnal tome acta de la pr·egunta....,–
Eswibid lo que queráis: no os tengo miedo , S1·. Solicit01',»
dijo Pemberton. Entonces se siguió una ruidosa
y
acalorada disputa, que con dificultad logró calmar el
Chief Justice. En otras circunstancias hubiera hecho
levantar acta de la preg·unta,
y
Pemberton hubiera
ido preso; pero en este gran día estaba a¡¡ustado. De
cuando en cuando dirigía una furtiva mirada al sitio
donde estaban reunidos los Condes y Barones, que le
observaban
y
que en el primer Parlamento. podían ser
SUS
jueces.
u.1Jfost1·aba tal te?'1'0?',
dice
UD
testigo presen–
cial ,
qite no paree-ta sino que todos aquellos lor·es tuviesen
horcas en los bolsillos,,
(l ). Por fin Blathwayt no tuvo
más re.medio que referir puntualmente lo acontecido.
Resultó que el Rey no había hecho ningún convenio
expreso con los Obispos, pero también se vió que
estos podían, con fundamento, considerar que el
compromiso se contenía implícitamente en la con–
d ucta del Rey. Y en verdad, de !a.repugnancia mos–
t rada por los abogados de la Corona
á
oir la declara-
(l) Esta frase es de un testigo presencial. Hálla11e en una
Carta de noticias,
ds la
COtección Mackintosh,.