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LORD
MACAULAY.
los criados las tartas
y
pasteles de queso, abandonaba
el puesto
y
se alejaba de la mesa, donde no parecía
más que para dar gracias
á
Dios por la totalidad de
una comida cuya mejor parte no podía tocar (1).
A veces,
y
al cabo de algunos años del trabajo que
acaba de verse, lo proveían de un beneficio con ·que
viviera; pero aun eso había de comprarlo por una ma–
nera de simonía que ba suministrado inagotable ca–
pítulo de chanzas
á
tres ó cuatro generaciones de sa–
tíricos. Porque, como al posesionarse de su curato
y
al propio tiempo, tomaba esposa, lo hacía eligiendo la
compañera de sy.s días futuros en la domesticidad del
señor, aconteciendo
no
pocas veces que la preferida
de su corazón había estado antes en mucho favor con
el amo de todos. Pero sea de esto lo que quiera, es lo
cierto que la índole misma de-los enlaces que tenían
costumbre de contraer los eclesiásticos de aquel tiem–
po, es la· prueba más cierta de lr, posición que ocu–
paba el clero en el sistema social de entonces. Y si
lo expuesto no fuese bastante
á
demostrarlo, con–
tribuiría.mucho á ello el testimonio de un individuo
de la Universidad de Oxford, el cual escribia pocos
meses después del fallecimiento de Carlos II, queján–
dose no solamente del desprecio que mo:;traban por
el ministro de su parroquia los procuradores
y
cura–
dores del lugar, sino .de lo que aun se le antojaba
peor, esto es, del consejo que más inculcaban las ma–
dres en las doncellas de buena
y
honrada familia, el
cual consistía en no alentar por modo ninguno
á
los
pretendientes ordenados; preocupación eficaz
á
que la
olvidadiza del precepto fuese considerada de igual .
(1) Eachard:
Cau•es o{ lhe contemplo{ lhe
c!ergy.-Oldham:
Sati~e
ad&ressed lo a friend about lo le"ve the U·nivenity.-'Iatler,
números
255-258.-El gran Duque Cosme observa en sus viajes que el clero
inglés era de baja extracción. Apéndice A.