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LORD MACAULAY.
z;ales.
El
l.º
de mayo estaba cortando hierba, cuando
fué cogido por los dragones de Claverhouse, exami–
nado rápidamente, convicto dé disidencia y senten–
ciado á muerte. Dícese que aun entre los soldados no.
era fácil encontrar ejecutor, porque la esposa del po–
bre hombre estaba presente teniendo de la mano
á
un
pequeñuelo, y fácilmente se veía que muy pronto iba
á
dar otro
á
luz; y aun aquellos salvaj es de corazón
,endurecido que se llamaban uno
á
otro Belcebú y
Apolión, retrocedían ante la g ran maldad de dar
muerte
á
su esposo
á
la vista de ella. El prisionero.
entre tanto, con el pensamiento levantado
á
regiones
más altas por la proximidad de la
vid~
eterna, oraba
en voz alta con el fervor de un hombre inspirado,
hasta que Claverhouse, en un rapto de furor, hizo fue–
go sobre él y lo mató. Refirieron testigos fidedignos
que la viuda exclamó en medio de su angustia:
«Bien,
señor, bien; día llegará en q1te habréis de dwr cuenta de este
heclw."
Á
lo que contestó ·el asesiuo:
«De lo q1te he hecho
1·espondo á C1talquie1· lwmbre;
y
en cuanto
á
Dios, en mi m®t<>
está el hacerlo.»
Sin embargo, se murmuraba que aun
en su empedernida conciencia y en su corazón de
diamante, los postrimeros ayes de la víctima dejaron
impresión fodeleble (1).
El 5 de mayo , dos artesanos, Pedro Gillias y Juan
Bryce, eran juzgados en. Ayshire por un tribunal mi–
litar, compuesto de quince soldados. Todavía se con-
(1 ) Wodrow,
m, 1x,
6. El editor
d~
la edición de Burnet de Ox–
ford, trata de excusar el hecho, a legando que Claverhouse tenía
entonces
á
su cargo el interceptar toda comunicación entre Ar–
gyle y Monmouth, y suponiendo que pudo haberse descubierto
que Juan Brown servía de correo entre los clos campos
~ebeldes.
Desgraciadamente para esta hipótesis, cuando mataron
á
Juan
Brown en
l.º
de mayo, así Argyle como Monmouth estaban en
Holanda,
y
aun no había estallado la rebelión en ningu na parte
de nuestra isla.