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LORD l\IACAULAY.
que un teólogo eminente, á quien veinticinco años
antes se había ofrecido una mitra y que había entrado
ya en los E'etenta años, sería suficientemente casti-.
gado, por algunas palabras duras contra el Gobierno,
con una multa
y
encarcelamiento
(1).
XXIII.
REUNIÓN DEL PARLAMENTO DE ESCOCIA.
La manera que tuvo de tratar
á
Baxter un juez que
era miembro del Gabinete y favorito del Soberano,
indicaba bien claramente las intenciones que abri–
gaba el Gobierno, á la sazón , respecto de los protes–
tanhes disidentes. Pero ya aquell as intenciones se ha–
bían manifestado de una manera más elocuente y
terrible. Habíase reunido el l)arlamento de Escocia.
J acobo habia apresurado, de intento, la reunión de la
Cámara, posponiendo la apertura de las Cámaras in .
g lesas, en la esperanza de que el ejemplo dado por
Edimburgo produciría muy buen efecto en
V\
estmins–
ter. Mostrábase tan obsequioso con las Cámaras de
su Reino septentrional, como Lui XIY con aquellas
provincias á las que permitía aún jugar á algunos de
los antig uos empleos de Bretaña y Borg·oña. Nin–
g·uno que no fuese partidario de los Obispos podí a
sentarse en el Parlamen to escocés, n i siquiera votar
á ninguno de sus miembros; y en Escocia un
e]Yisco–
JJal
era siempre
to?'J/·
De una asamblea asi constituida
(1)
Manuscrito de Baxter citarlo por Orme.