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LORD MACAU!.AY.
Baxter, y juró que uo sería más que estricta justicia
el hacerle azotar por todas las calles de la
City.
Wallop quiso interponerse, pero no le fué mejor que·
á
su
leader. «Siem1n·e andáis metido en todas estas ca11sas
tan poco decorosas, .M1'. Wallov,
dijo el juez.
Caballe1·os
que a1·mst1·an lc11rga toga, deben avergonzc//l'Se de defender
á
tan mise1·ables jacciosos.11
Y como el abogado intentase
aún inútilmente hacerse ofr:
«Si no sabéis v1eestro deber,
le dijo Jeffreys,
yo os lo ense1iai·é.»
Wallop se sentó, y el mismo Baxter quiso hablar;
pero el Chief Justi ce ahogó toda réplica en un torrente
de invectivas y g-roseros insultos, mezclados con al–
guna que otra frase del
Hudibras. cc¡Ole milord!
decía el
viejo mag·istrado,
muclw 'me llan criticado los disidentes
poi· llablar con respeto de los Obispos. Y
á.feque no me pa·
rece mal Barcter defendiendo
á
los Obis
pos, exclamó;
pues
bien sé yo lo que significa ObisjJOS entre vosof!J·os. Bribones
como vos, Obispos de Kiddenninswr, miserables facciosos
m·csbitei·ianos.»
Y como aun l;laxter intentase hablar,
le interrumpió Jeffreys, gritando:
«Ricardo, Rica1·do,
¿acaso imaginas
q?1e
liemos
de
permitir que envenenes mees·
tro T1ibunat? Ricardo, ei·es
un
viejo tunante. Has escrito
tantos lib1·'os como bastai·ían
á
ca1'(JM'
1m
carro; y cada libro
está lleno del esplrit1e de sedición como un lmevo de alimento.
¡Por la gi·acia de Dios, que llas de co1·1·er JJoi·mi c1eenta! Veo
aqiií macltísirnos de 'IJ1testra leermandad aguarda1ulo co¡¿ ansia
llasta ver lo qtee acontecerá
cí
su poderoso
je.fe.Y
allí,
con.
tinuó fijando su salvaje mirada en
Baxter,
alli está
sentado funto á tí un doctor del pai·tido. ¡Mas por Dios
Omnipotente, qtee os lte de a.plasta1·
á
todos/,.
Baxter tuvo que callarse. Uno de los abogados en–
carg·ados de la defensa quiso entonces hacer el úl–
timo esfuerzo, demostrando que la palabras objeto
de Ja acusación no tenían el sentido que se les había
atribuido en el proceso. Con tal propósito, empezó
á