REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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entonces Arabella, sirvió de mucho á sus parientes;
mas ninguno de ellos fué tan afortunado como su
hermano mayor Juan, hermoso mancebo, abanderado
á la sazón de los guardias de á pie. Pronto ·ascendió,
así en el ejército como en la Corte, y en muy poco
tiempo logró disting·uirse como hombre de moda
y
amante de los placeres: Era alto, de hermosas fac–
ciones, singularmente simpático, á lo· cual añadía
tal dignidad en su porte, que el más impertinente
elegante no se hubiera aventurado á tomarse con él
la menor libertad. Agregábase á tan raras prendas
la)nalterable serenidad de su carácter, que le permi–
tía ser dueño de sí mismo, aun en las circunstancias
más difíciles. Su educación había sido tn.n descuida–
da, que apenas sabía escribir las palabras más comu–
nes del idioma; pero la agudeza y vigor de su enten–
dimiento suplían ampliamente la falta de cultura. No
era locuaz, pero cuando t enía que hablar en público,
su natural elocuencia despertaba la envidia de expe -
rimentados retóricos. Su valor era singularmente frí o
é imperturbable,
y
durante muchos años de ansiedad
y
constante peligro no perdió nunca, aun en los mo–
mentos más düíciles, el perfecto uso de su admirable
inteligencia.
Cuando sólo tenía veintitres años fué enviado con
.un regimiento á incorpora1·se al ejército fran cés, que
hacia entonces la g·uerra en Holanda, donde su valor
intrépido
y
sereno logró hacerse notable entre milla ·
res de bravos soldados. Sus excepcionales dotes mi–
litares le valieron el respeto de oficiales veteranos,
y
en una osasión fu é elogiado al frente del ejército, re–
cibiendo muy particulares muestras de estimación
y
confianza por parte de Turena, que se hallaba enton–
ces en el apogeo de su gloria militar.
Desgraciadamente empañaba el brillo de tan bellas
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