REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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que se originaría comunicándolo
á
Versalles, podrla
producir irreparables daños; que el descontento y Ja
sospecha pronto se esparcen entre la multitud. Sin
contar con que Halifax se quejaría de que los princi–
pios fund amentales de Ja Constitución habían sido vio–
lados, y el lord Guartlasellos, cobarde, y cobarde como
un golilla que era, seguiría el mismo partido; y en fin,
que lo que al presente podía hacerse como especial
merced, tendría que ser Juego impuesto por las cir–
cunstancias. Además, aquellos ministros
á
quienes
más deseaba el Rey rebajar en la pública estimación,
se harían populare
á
us expensas, y el mal efecto
que esto produciría en la nación podía influir seria .
mente en el resultado de las elecciones. Estos ar–
gumentos eran incontestables, y el Rey, que así lo
conocía, notificó al país su intención de convocar el
Parlamento . Pero lo que mayores temores le inspi–
raba, era el tenerse que disculpar del nefando crimen
de haberse por
tado sinel debido respeto y cortesía
con la Corte do
Franr.ia.Hizo llamar á Barill on, y en
conferencia secreta pidió disculpa de haberse atrevido
á
dar tan importante paso sin
l a
previa sanción de
Luis.
«Haced presente á 1niestro amo que no dude de mi
gratitud
y
adltesión. Conozco q11e si él no me v1·otege, nada
puedo hacer; y no ignoro tampoco c111íntas inq1tietudes se
llabría evitado mi 1ermano si se ltubiera 1mido aun más
es/;recl1amente
á
la F?·aiicia. Poi· lo demás ya cuidaré yo de
qtte las Gá'lna1·as no se ocupen de los asuntos, ea;tranjeros;
y
si
vor acaso intentasen llace?· algo que no convenga, yo
!taré q?te no se ea;tralimiten. Ea;plicad esto bien á mi buen
hermano, y espero que
1io
Ueva1·á
á
mal el que ltaya vb1·ado
si1i consulla1·le; sí seiío?·, tiene dereclto á que se le consulte, y
mi deseo no es otro que 11ace?·lo así en todas las cosas; pero
en el caso vresente, la dilación, amique sólo juei·a de 1ma se
-
mana, podida tener i1my serias consecuencias.»