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LORD MACAULAY.

ficar la falta de estricto cumplimiento de la Constitu–

ción. Pero cuando es necesario apartarse del estricto

cumplimiento de la ley, no debe naturalmente ha–

cerse más 'que en cuanto la necesidad lo exige, y ·

Guildford, que as! lo sentía, emitió una opinión que le

hace honor. Propuso que, en efecto,

e cobrasen los

derechos, pero que las sumas que proviniesen de esta

recaudación se guardasen aparte en el Tesoro, hasta

que el Parlamento se reuniese, pues i bien es cierto

que al obrar de este modo faltaba el Rey

á

la letra de

las leyes, mostraba al mismo tiempo

~star

conforme

con su espiritu. Muy diferente

fué

la opin ión de J f–

freys, quien desde luego aconsejó

á

"Jacobo la pro–

mulgación de un edicto , declarando que era voluntad

del Rey que los derechos se continua en pagando

como antes. Este consejo, que era muy del g usto del

Monarca,

fué

aceptado, rechazándose la juiciosa pro–

po ición del lord Guardasell os, como dig na sólo de

un

rokig,

ó, lo que aun era peor, de un

equilibrista.

Hí–

zose en su consecuencia)o que el Presidente del Tri–

bunal había aconsejado, y apareció el edicto. Algu–

nos e peraban que la consecuencia de tan impruden–

te medida sería una violenta explo ión de indignación

pública; pero esta vez se engañaban . El e píritu de

opo

sición

aun no babia renacido, y la Corte podía

con

toe.la

seguridad aventurar medida

extraordina–

rias

que c

inco años antes hubieran promovido una

rebelión. En la

City

de Londres, antes tan turbulenta,

apenas se murmuró de la nueva disposición

( l).

(1)

Gaceta d4 L-On&ru,

feb. 12, 1684-5;

ortb's,

Li(e o(

Gulld–

(ord ,

254.