REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
243
ejército inglés (1). Su esposa babia entrado al servicio
de la Princesa de Dinamarca.
Fué, pues, enviado lord Ohurchill de embajador ex–
traordinario á Versalles, con la misión de hacer pre–
sente
al
Monarca francés el profundo agradecimiento
del Gobierno de Inglaterra por el dinero que tan ge –
nerosamente se le babia concedido. Rabiase pensado
al principio que al mismo tiempo pidiese á Luis XIV
una suma mucho mayor; pero tras largas considera–
ciones habfase rechazauo esta idea, por el temor de
que acción tan poco delicada disgustase al bienhe–
chor que tan señaladas muestras babia dado de es··
pontánea liberalidad. Redújose, pues, la misión de
Churchill á dar g racias por lo pasado, sin aventurar
nada acerca de lo porvenir (2).
Pero aunque Jacobo
y
sus Ministros protestaban
que no querían parecer importunos, le indicaron de
una manera bastante clara cuáles eran sus deseos y
sus esperanzas. Tenían en el Embajador fran cés un
intercesor hábil, celoso y tal vez interesado;
y
aun–
que Luis puso al principio algunas dificultades, hizolo
quizá coc el propósito de aumentar el valor del do–
nativo. Y en efecto, al cabo de algunas semanas ,
(1)
Véase
Hi&torical R eco•·d• o( the Firsl or Royal DrtJgoon•.
El
nombramiento de Churchill para el mando de este regimiento fué
ridiculizado por todos, mirándose generalmente como ejemplo de
absurda parcialidad. En una sátira de aquel tiempo, que no re–
cuerdo haber visto impresa, pero O.e la que se conserva una copia
manuscrita en el Museo Británico, se hallan estos versos:
•Let•s cut our meat with spoons:
The sense is as ¡¡-ood
As
that Ch urch1ll should
Be put to command the dragoons.•
(Cortemos la· carne con cucharas. que tan propio es esto como
hacer que Churchill vaya á maudar los dragones.)
(2)
Barillon, feb.
16
(24),
1685,