REVOLUCIÓN DE l GLATERRA.
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te para indignarse
á
veces consigo mismo por estar
.sometido
á
tal esclavitud, que con impaciencia de–
seaba romper, á lo cual le incitaban sagazmente los
agentes de las otras potencias.
XII.
RELACIONES DE LAS POTENCIAS CONTINENTALES CON
INGLATERRA.
El advenimiento de Jacobo II al trono de Inglate–
rra había engendrado muchas espcr;wzas y dado ori–
gen á muchos temores entre los distintos Gobiernos
del continente, y atendían
á
los principios de su ad–
ministración los extranjeros casi con tan profundo
interés como sus propios súbditos. Sólo una nación
habia que deseara ver eternizarse los disturbios que
durante tres generaciones habian ocupado la aten–
ción del Gobierno inglés. Los demás Estados, ya fue–
sen monárquicos ó republicanos, protestantes ó cató–
licos, deseaban que tales contiendas tuviesen feliz
.término .
·
No hablan comprendido los hombres de Estado ex–
tranjeros la verdadera naturaleza de la larga con–
tienda que siempre tuvieron que sostener los Estuar–
dos con el Parlamento; pero, como fácilmente se
.concibe, a ninguno podían pasar inadvertidas las
consecuencias de esta larga lucha en el equilibrio
.europeo. En circunstancias ordinarias es indudable
que las cortes de Madrid y de Viena hubieran mirado
•Con simpatía á un Principe en lucha con sus súbditos,
y
más aún siendo católico el Príncipe y herejes los