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LORD MACAULAY.
envenenar en la comida á la joven dama, cuya muerte
no babia motivo aparente que pudiera disculpar
(1 ).
Algunos años después, la rápida descomposición del
cadáver de Crómwell fué atribuída p0r muchos al
veneno que, segun la voz general, había tomado en
una medicina. La muerte de Carlos II no podía menos
de dar lugar
á
semejantes rumores, qu.e contribuía á
aumentar lo que se decía de planes de los papistas
contra su vida. Eran por esto vehementisimas las sos–
pechas de algunos, que adquirían apariencias de ver–
dad en las infortunadas circunstancias, que parecían
indicar en efecto que se había perpetrado un crimen.
Los catorce doctores que habían asistido al Rey, no
sólo se hablan contradicho, sino que no estaban con–
formes con lo que ellos mismos habían declarado; y
mientras unos creían que el Rey moría de un ataque
epiléptico, y que por consiguiente debla aguardarse
á
que el letargo terminase, la mayoría opinaba que la
.enfermedad del Rey era apoplegía, y durante algunas
J1oras le atormentaron como á un indio en el potro.
Mas viendo que ni aun de este modo conseg·uíau
nada, mudaron de parecer,
y
decidieron que lo que el
liey teula era fiebre,
y
en su consecuencia le sumi–
nistraron fuertes dosis de quinina para hacerle volver
.en sí. Un médico hubo, sin embargo, que protestó–
contra este tratamiento,
y
aun llegó su indig·nación
hasta asegurar
á
la Reina que entre todos sus colegas
iban
á
matar al Soberano. A pesar de que sólo diversi–
dad de pareceres podía esperarse de tal multitud de
facultativos, la mayoría del .vulg·o, fundándose en la
(1)
Clarendon menciona esta calumnia cou justo desprecio.
•De acuerdo con la caridad de los tiempos para Crómwell, muchi–
simos crelan que fuese veneno, aun cuando no hubiese .!e esto la
menor apariencia, ni so tuviese 01mca la más leve prueba.• Li- ·
.hro
XIV.